lunes, 16 de abril de 2018

Una marca

¿Que sucede cuando el artista deja de 

ser “el” para ser “aquello”?


Cuando su pulsión está condicionada,
ya no por una inquietud vehemente y pasional;
sino por una serie de caracteres estilísticos que le 
han convertido en reconocible?

Hasta dónde su obra es libre?

Hasta dónde su deseo de experimentación 
también lo es?

Lo que fue una suerte de descubrimiento, 
que configuró una innovación y le llevó a la identidad, 
hoy lo vuelve uno más. 

Una versión repetida de lo diferente. 
Sería pues como una mentira repetida.

Pero ésta verdad no sería la consagración de una utopía, 
sino una entelequia que condena al artista.
Dejándolo, irremediablemente, atado a sí mismo!



                          







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