sábado, 27 de enero de 2018

Acto reflejo

En ésta suerte de ruleta rusa que es la existencia la variabilidad de opciones que tiene el hombre es tan inconmensurable como finita.
La carga genética, el medio en que se desarrolla y su propia configuración conductual hacen del ser humano una suerte de puzzle.
Las decisiones, tanto que impliquen acción como pasividad son un factor trascendental a la hora de configurar tanto su personalidad como su realidad.
Afirmar que el hombre es resultado únicamente de su entorno sería un caprichoso arrebato adolescente por el cuál se responsabilizaría al medio de su propio accionar.
Éste es parte, pero no el todo.
Ahora bien, reconfigurar un cambio es factible.
Durante el transcurso de la existencia el individuo se re-define en  inconmensurables ocasiones.
Aveces promovido por el imperativo coercitivo de la sociedad, por un suceso removedor, una pulsión interna; o por la conjunción de las antedichas.
Que tan verosímil es éste cambio?
Cuán estable es su durabilidad?
Se es ciertamente consciente del mismo? O es una herramienta inconsciente de asimilación?
Se le necesita y se promueve, o se produce por generación espontánea?
Podrá la inmutabilidad ser también un cambio?
Lo cierto es que sin impulso no hay respuesta y sin ambos no hay cambio.



                        

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